Si en cinco minutos no se van, los disolvemos (P. Bullrich)
La sana razón me dice que hay un solo método: impedir que lo ocupen; también me enseña que si se juntan los pontífices de la apología del delito, como Del Caño, Bregman, Pino Solanas, Castillo, y trtzkos varios con el musiquero neurólogo de las bellas tardes, solo pueden parirse en unánime coincidencia, el engendro de Bullrich, si la piba que cercaba prófugos o la engañaban en Santa Fe como a sirvientita doméstica, recién llegada de la colonia.
¡Que ruda Carrió! Se bajó del viaje al Vaticano por lo de Salas; en verdad no le arriendo la ganancia, se queda sin rosario y tendrá que seguir usando y mostrando el contrato social de Rousseau tachonado de cruces.
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