marzo 12, 2012

EL CUENTO DE LA BUENA PIPA

AUTORIDAD NACIONAL




O el cuento de nunca acabar.
Un cuento de nuestra lejana primera infancia, esos que nunca se olvidan, reverdece en la pelea nación ciudad
Escucho a muchos afectados que expresan con práctica sinceridad: no me importa quien lo haga, pero que alguien lo resuelva. Al pasarse todos los límites, el razonamiento cobra toda su lógica.
Muy lejos de mi intención pretender encontrar una salida, son solo reflexiones y opiniones.
Con el material humano que hay de un lado y del otro no da para más que para castillos de arena.
El verdadero problema es que no tiene solución y cuando ello ocurre es porque está mal planteado o preñado de sofismas.
Las autoridades de la Nación no existen en cuanto autoridad o capacidad y la ciudad es un engendro legal ingobernable obra de ignorantes demagogos irresponsables de todos los colores
Es extensa, compleja, además el puerto de entrada y salida del país: su vidriera; rodeada de un mega conurbano que entra, sale, y trabaja en ella las 24 horas de cada día y un nido de mafias superpuestas, sindicatos y empresarios del transporte y los servicios, inmobiliarias, constructoras, la educación, la justicia, empleados públicos, profesionales (¿) del arte y la cultura, cartoneros, trapitos, vagos y prostitutas, todos llevando agua para su molino.
Siendo territorio federal y asiento natural de las autoridades, en medio de tal caos de intereses y jurisdicciones compartidas, gobernarla requiere por lo menos todo el peso del Poder ejecutivo nacional, uninominal como lo quiso sabiamente nuestra verdadera constitución, aún a riesgo de la secesión de la provincia de BsAs, gobernada por un intendente delegado que no es representante elegido por nadie, solo un empleado del presidente que se pone y saca por decreto según sus méritos y gestión.
Quieren votar pues que voten a presidente, legisladores nacionales y consejo deliberante como cualquier ciudad, por más que el nombre tenga un tufillo de corrupción producto precisamente del nido de mafias que esconde.
Policía y seguridad, transporte vial, naval, aéreo, ferroviario o subterráneo, educación y Salud Pública son de responsabilidad federal, porque en ella confluyen necesariamente para bien o para mal todo el que entra, sale o circula por el país al punto que su pomposo “espacio público” lo es más de la Nación, forzada a utilizarlo porque todos los caminos conducen a BsAs o pasan por ella que de la ciudad.
Que me gusten o dejen de gustar las actuales autoridades no puede ser un argumento para negar una organización que permanezca en el tiempo y garantice resultados, Nadie es eterno y los que están vienen bastante golpeados como para perder la paciencia.
Lo de descentralizar es la puerta de entrada de la irresponsabilidad o si un idiota no sirve pongamos dos para solucionar el problema.
El desorden que tiene años de arrastre no puede solucionarse de un plumazo sin crear otro desorden mayor.
Lo primero es lo primero, terminar con la entelequia de la ciudad autónoma, que nació pretensiosa pero desde que la tomaron por asalto, inmigrantes y populistas de provincia tiene hasta una ¡Constitución! y aceptar que quienes pretenden vivir en ella por sus mayores comodidades, posibilidades, novedades, espectáculos o simple gusto deben necesariamente pagar por ello más que en otras ciudades y no en todo menos de la mitad como ocurre ahora, por demagogia electoralista a través de subvenciones, viviendas y planes sociales. Con prudencia y moderadamente para no hacer más daño.
Recuerdo una vez más un antiguo aforismo médico que he tratado que presida mis decisiones: Primum non tángere, primero no dañar.
No es resucitando viejas frases hechas cargadas de sentimientos: amores, odios, simpatías o antipatías: morochos o rubios, como unitarios contra federales como se resuelve la cuestión.
Hoy cualquier negrita presume en un rato con un frasco de tintura y un par de lentes de contacto de walkiria nórdica y las blancas se tuestan en verano o invierno al sol o en camas solares; paradójicamente cuestión de status dicen o incoherencia si la hay.
Solo rozar el tema me recuerda a mi abuela que en Mar del Plata cuando rara vez nos acompañaba a la playa iba con largos guantes hasta los codos, sombrero y mantilla negra para sentarse a la sombra de la carpa.
Espartana coherencia de una vasca muy terca, que llegó a morirse de una apendicitis perforada por negarse a que la examinara otro médico que el suyo, que estaba de vacaciones y demoró en enterarse y volver.
De aquellos polvos son estos lodos que hoy escriben.
La cuestión fiscal y coparticipaciones son un problema económico, solo una herramienta política y no el nudo del problema. La amoralidad de un tirano siempre desprecia y elude las leyes ajenas.
Alguna vez sostuve desde esta página que ser unitario o federal en nuestra tierra es solo una cuestión geográfica, Federales son los que están lejos del poder y unitarios los que están dentro de el.
Estamos cansados de ver gobernadores federales que son los más salvajes unitarios con el interior de sus provincias, como a los celestes alejados del poder convertirse en montoneros federales hasta que lo toman por asalto y hacen del rojo punzo solo un concepto declamatorio.
Por alguna razón creo que todos los argentinos tenemos un gen individualista autoritario y prepotente; a veces es bueno otras no tanto.
En general es buen freno para las dictaduras de cualquier formato, el respeto y amor a la propia libertad esta en la esencia de ese ADN.
Con perdón de sociólogos y politólogos teóricos. Con las personas y sociedades no se juega ni experimenta, algo que nunca se aprende porque las consecuencias aparecen cuando ya no existen y las sufren otros.

Si esto es cierto, estamos en el horno

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