mayo 26, 2011

ANIBAL Y AMILCAR O EL MUNDO DE SIEMPRE


Siguiendo una vieja hábito termino su lectura creo que por décima vez en los últimos cuatro años.
Una costumbre que adopte con magníficos resultados. Pasada la inquietud de saber como sigue y termina, las primeras lecturas siguientes descubren hallazgos y conclusiones que permanecían ocultas, las siguientes dependen del autor, el estilo, el tema, el gusto y la imaginación del lector; casi son droga; sumergirse en el tiempo y el ambiente solo para gozarlo, con el plus que no daña, no se consume y por el precio de un libro sirve para toda la vida. No es poca cosa. Cada tanto una información de la actualidad nos reengancha en el relato y allí volvemos a comprobar las semejanzas.
La crudeza de las descripciones posiblemente no sean del gusto de todos, es más debiera calificarlo de “libro poco común” tanto que en cada renglón transita por la política, economía, comercio, la guerra y la paz y por si fuese poco todas las pasiones y virtudes humanas.
Es un libro para leer con los sentidos bien despiertos no basta leer hay que ver, oír, oler, gustar, tocar y sentir.
No siendo un libro para todos, todos debieran leerlo y releerlo; ambientado en los años que van desde el primer tratado entre púnicos y romanos en el 509 AC Hasta el “delenda est Cartago” del fiscal de la República: Caton y su destrucción por los romanos en el 146 AC; abarca un periodo de tiempo que marca a fuego nuestra civilización, cultura y memoria histórica.
Comienza por el final, puede llamar la atención, pero no es un capricho del autor sino una necesidad del relato en que se suceden vertiginosamente los hechos, para dar de entrada una visión general de conjunto para lo que no están ambientados en la época histórica.
Allí encontrarán a todos: El ocaso de la Hélade (magna Grecia) y los primeros pasos de la república romana con el gen de la imperial, los sometidos de unos y otros, poderosos y sufrientes, el germen de la mitología politica que nos esteriliza y lleva de fracaso en fracaso partidos políticos y miserables especuladores prendidos de la teta del poder; políticas internacionales y locales, artesanos, pymes, multinacionales, paraísos fiscales y banca off shore
El Poder del oro y el de los principios. Causas y consecuencias. Todo descripto sin pesadez académica, incluido en las experiencias de vida y diálogos de los personajes.



Si sus pretensiones intelectuales vuelan alto le recuerdo que parte de la historía mereció la atención de Gustave Flaubert en “Salambó” una de las hijas de Amilcar y hermana de Anibal


Aristóteles le dedicó benignamente a sus instituciones un buen especio de su "política" sin haber podido ver sus resultados.



Termina el libro con un detalle cronológico y un glosario de términos utilizados, necesario en cuanto se mezclan el griego, el latín, el púnico y la coiné un mezcla de todos que permitía entenderse en toda la “oikumene” (el mundo conocido) desde las columnas de Hércules al Cáucaso y Persia.
Aníbal no es solo un militar y el más brillante estratega del mundo, ni un discípulo de Alejandro, su dimensión humana lo supera, políticamente es un legalista respetuoso de las instituciones que lo condenan a la derrota y el exilio, está libre de divinizaciones y absurdos delirios de construir sociedades perfectas. En vida le tocó defenderse y no conquistar.
Otra reiterada opinión, el peor enemigo no es el que está enfrente sino el que camina al lado o está detrás.
Por si fuesen pocos los descubrimientos que hará le doy otros no menores: Cartago fue fundada sesenta años antes que Roma, destruida por esta y refundada por Julio Cesar, fue capital de los Vándalos que llegaron al África desde Andalucía o Vandaluz y finalmente destruida por los árabes doscientos años después de terminado el imperio Romano de Occidente. Hoy es Túnez, donde nace la revolución de los Jazmines. ¿Qué dirá la historia de mañana? Pues depende quien gane y la escriba, así fue siempre y así será.


Afortunadamente la verdad siempre sale a la luz por si misma o de la mano de investigadores e historiadores honestos que no llevan agua para su molino y desarman las operaciones de prensa de los vencedores.

ANIBAL por Gisbert Haefs
Editado por Aguilar, Taurus, Alfaguara 2006

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