abril 21, 2011

ENTRAR EN RESONANCIA, LA FORMA DE LEER



En el cuento o novela; la tierra, el cielo el decorado y el sentir de los personajes es producto de una ficción nacida de la imaginación del autor, de sus afectos y defectos, de su personal experiencia de vida, subjetivismo puro. No lo critico, no es lo mío, me sabe a corcho ajeno.




En la novela histórica hay un decorado real que corresponde con precisión objetiva a un tiempo y un lugar, compuesto de geografía, historia, ideas, personas, costumbres y sentimientos que el autor conoce profundamente, en el que injerta sus personajes: los secundarios irreales; los principales históricos o legendarios.





No inventa o imagina situaciones le da vida, olor y color al relato histórico.
La diferencia es abismal. De la libertad absoluta de poner en boca de cada uno lo que le plazca al autor a restringirse a lo que podía decir o hacer ese fulano en ese tiempo y lugar, para que no resulte extraño al relato.
Escritor en un caso, investigador-escritor en el otro. Solo tienen en común la imaginación





La introducción viene a cuento de reflexionar sobre lecturas que me han dejado huellas profundas, para los que gustan leer con las cuerdas de la memoria reciente bien afinadas para que entren en resonancia con el relato y compongan una melodía del ayer y el ahora.





Para ilustrar con un ejemplo: la respuesta de una joven encontrada en estado semisalvaje que conjugaba modales de fiera y una femineidad delicada en el norte de Italia, ante la pregunta de un centurión asombrado, al que le salvara la vida eliminando con procedimientos radicales a sus perseguidores después del fracasado intento del centurión de rescatar al joven Rómulo Augusto, último emperador romano; por su correcto latín y griego, sus citas a Homero y Virgilio. Recibió por respuesta: Soy una de las sobrevivientes de la destrucción de Aquileia por los Hérulos, hemos tenido que aprender a vivir como bárbaros y salvajes para seguir siendo Romanos. En ciencias políticas podría demandar un tratado sobre la resistencia. A Manfredi en la Ultima Legión le costó un renglón.





Resistir es sobrevivir abandonando lo superfluo para conservar solo lo fundamental libre de contaminación.
Resisten sin moverse ni gritar las piedras de la fundación sobre las que se levanta un edificio y allí seguirán después que este haya caído, porque no se integraron al hormigón y al acero, siguieron siendo lo que eran: piedra.





Sin cambiar de fecha volamos a Britania y de la mano de otro autor seguimos en el siglo V en los albores de la gran noche de Europa; cuando sobre la isla caían juntas las siete plagas de Egipto: el imperio de occidente que se disolvía y retiraba sus legiones, Vikingos que entraban, saqueaban y se iban, Pictos y Escotos que desde el norte rebasaban el muro de Adriano; Anglos, Jutos, Daneses y Sajones que desde el este, reclamaban su porción de los despojos. Los britanos, celtas de origen eran el jamón del sándwich, con un barniz romano, algunos cristianizados otros con sus antiguos dioses de los bosques y la mayoría con un poco de cada cosa.
Dos legionarios que van en busca de un compañero, convertido en maestro y referente de una civilización que se apagaba, a quien interiorizan de las novedades del mundo central, los modernos de aquellas épocas. Lucius Artorius Castus, el legendario rey Arturo o un homónimo cuyas zagas se confunden.
Quienes hayan probado otras excelencias de aquellas época y lugar como El muro de Adriano de Dietrich o la Ultima legión de Manfredi es prácticamente imprescindible su lectura. Tres autores, tres estilos y una misma época y lugar.


Si ha visto alguno de los fantásticos engendros cinematográficos que Hollywood ha producido de ellos, bórrelos dela memoria, construya sus propias imagenes.



Coincidencia que solo ocurre cuando autores enfrentados se dedican a refutarse unos a otros y excepcionalmente cuando coinciden tres historias distintas en un mismo tiempo y lugar y sus personajes están o sobrevuelan a todos.





La sugerencia es la misma, deje resonar libremente las cuerdas de su memoria, de nuestro hoy y ayer con los acordes de la lectura, para poder escuchar una fantástica melodía que se llama historia y es de todos los tiempos. Reconocerá al vecino, al amigo o al conocido, al dirigente y al presidente, con otros vestidos otro barniz cultural y el mismo humano dentro. ¿Esto que hay del otro lado de la puerta, es progreso, cultura y modernidad?
Después de milenios el hombre sigue siendo lo que es; nada ni nadie pudieron cambiarlo y ahora pretenden de un sopapo hacer uno nuevo, solo porque le metieron con malas artes cuatro huevadas dentro de la cabeza.





Si nuestra generación debe replegarse vencida ante el alud, no es trascendente ni vergonzoso, no será a la primera ni a la última que le ocurra. Lo que vale es mantener vivas las banderas para desplegarlas cuando sea el tiempo o entregarlas limpias a nuestros herederos.




El Unico Salvador ya vino, ¿a quien esperan algunos?







No se puede tener la soberbia de creernos el ombligo del mundo, en el orden del tiempo, las generaciones y las civilizaciones son un parpadeo equivalente a una era geológica.




Ya que estamos en el vecindario, no voy hacer economías, habiendo tantas cosas que tratar. Llegará el momento de meterme con todo en este berenjenal de la ciencia la razón y la fe.









¿Alguien intoxicado de ciencia dudaba que el mundo fuera creado en seis días? El evolucionismo de Darwin no se contradice con lo que se sabe desde siempre, solo le chinga en algunos detalles para que le cierre la teoría.





¿Le contaron que la ciencia comprobó que la mayor saturación de oxígeno de la atmósfera hizo a los hombres longevos en una época y los mil años de Matusalén o que siguiesen engendrando hijos a los 600 años no son cuentos del tío, por más envidia que provoquen; lógicamente que no, solo se dice lo que conviene decir. Investigar es caro en recursos humanos, tecnológicos y tiempo, hoy no hay mecenas dadivosos, solo hay financistas de sus propios intereses.





Fe y razón no pueden contradecirse simplemente una llega a la verdad por la gracia de un rayo de luz, la otra debe yugarla, prueba/ error por siglos a condición que no haya mala leche.

Si quiere conservar un mínimo orden cronológico, las diferencias solo son de décadas, en época de tiempos lentos ( tres meses para ver con suerte y viento de cola los acantilados de Dover, saliendo a caballo de Roma y cruzando los Alpes a pie)
Es lectura para el caballero, la dama y el joven, este es el orden de mi sugerencia:




EL MURO DE ADRIANO de William Dietrich Ediciones B 2004
LA ULTIMA LEGIÓN de Valerio Massimo Manfredi. Ediciones Grijalbo 2002.
ARTORIUS de Cesar Vidal Manzanares. Grijalbo, Ed. Sudamericana 2007.-








Con este avío puede sumergirse confiado en ese monstruo literario de Ken Follet, Los pilares de la tierra, ambientado en la inglaterra francia y españa del siglo XII.








Entre todos llega a navidad y se olvida de esta basura que nos rodea.






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