agosto 11, 2010

CONSIGNA NACIONAL: MATE O LARGUESE




Matan los delincuentes, la droga que circula libremente, los vehículos particulares, el transporte público, árboles y rejas que se caen, edificios que se derrumban, techos y paredes que se desploman, pasos a nivel con barreras que no funcionan y túneles que se inundan. Matan las ratas, transmisoras de pestes y el aire irrespirable, Lesionan, crispan o enloquecen los ruidos, calles cortadas por protestantes, huelgas de trenes y subterráneos por diferencias de sindicatos. La cadena nacional el atril y la prensa.

En fin sobrevivir en la argentina y su capital es un mérito que debiera ser subsidiado para que alguien se quede y además no se queje por falta de electricidad, gas, combustibles, leche, carne o pan a un valor normal en relación al que vende el productor; o padecer la sensación de inseguridad que instalan los opositores.
Usted, y todos lo sufrimos sucesivamente en el día. En tanto los dirigentes se desvelan por controlar candidaturas o por cementar alianzas de agua.
Leyéndolo todo junto ¿Alguien cree honestamente que esto dura?
Me siento tentado de opinar que si la respuesta es NO hay que empuñar un fierro ya mismo y comenzar a bajar muñecos, cada uno tiene su propia lista negra.
Con tanto asesino suelto ¡Que le hace una mancha más al tigre! No hay tiempo material ni recursos humanos para juzgar a todos.
Esto mismo pasó muchas veces y hoy nos asombra leerlo, ¿Cómo tantos pueblos pacíficos y tolerantes pudieron llegar a tal estado de disolución y barbarie? Pues así, como llegamos nosotros, mirando para otro lado. Como hicieron en Pompeya, comiendo, jugando o haciendo compras mientras le caía el fuego de la tierra encima.

Me refería a los que matan físicamente, hay otros mucho peores, bien trajeados, maquillados y peinados por estilistas, los que matan la fe, la confianza y la esperanza. Estos exceden la justicia humana.
¡Listo! Me descargué, me fui, terminé; hasta la abstinencia tiene un límite, sin ofender ni lastimar a nadie o mencionar un solo nombre y apellido, por la falta que hace.

Mañana, tranquilo y relajado vuelvo con Atila para que lea despacio y lo piense. Sin falsas modestias, los diálogos son profundísimos, porque son reales, todo el merito es del Huno Magno, un grande de verdad.
¡¡¡Pssss tac!!! Entro por la ventana y se clavó en la masa entre mis dedos sin rozarlos. Se lo dije, está a tiro de flecha y esto es el sello y la firma.
Se hará cargo de todo, relájese, la solución está en curso en manos del mejor especialista no habrá necesidad de enchastrarse las manos.

1 comentario:

Francisco Espada dijo...

¡Cuanta razón! Lo más triste es que lo que sucede en Argentina es extrapolable a cualquier otro punto de la tierra. Cuando todo apunta a la aniquilación de la esperanza, es que corren malos tiempos...