noviembre 03, 2009

LA NATURALEZA ENFURECIDA




Inundaciones, sequías, pestes, terremotos, aludes, maremotos, huracanes, se derriten las nieves y desaparecen los glaciares o se congela medio mundo. Pasó, pasa y pasará
Curiosamente la conclusión desde siempre es la misma: alguien tiene la culpa.

De muy antiguo fue expresión del enojo de los dioses, por las faltas que cometían los hombres; arrepentimiento, peregrinaciones o sacrificios era el remedio adecuado. Las víctimas propiciatorias tampoco cambiaron; los ejemplares difíciles que son los más valiosos: bueyes blancos, machos cabríos, guerreros presos, vírgenes o niños inocentes. Incluso cada pueblo hizo su propia división del trabajo un dios para cada cosa, viento, agua, rayos, cosechas, volcanes, terremotos.

Cada ciudad asumió las responsabilidades como propias sin cargarle el fardo a los de la isla o la otra costa.

Hoy la ciencia nos enseña que hay radiaciones espaciales, magnetismo voluble, ionización de la atmósfera, agujeros de ozono, gases invernadero y otras lindezas que podrían estar implicados en estas cosas. Hemos reducido a Dios a una antigua fantasía, reemplazándolo por los nuevos responsables los hombres-dioses que contaminan, experimentan con virus o desencadenan cataclismos con fines económicos y políticos.
Una cosa o la otra lo importante parece ser no hacerse cargo que se violan las leyes de lo creado, sea animal vegetal o mineral.

Si detrás de todo hay una explicación científica mejor, no lo invalida, lo perfecciona. La idea de Dios es la de la perfección, muy imperfecto sería un dios que tuviese que recurrir a crear cataclismos cada vez que los importantísimos humanos se sublevan, en lugar de utilizar las leyes de lo ya creado.

El diluvio Universal pasó de antigua y primitiva leyenda a verdad científica al igual que Sodoma y Gomorra, las siete plagas de Egipto, la apertura del Mar del Rojo y el maná del desierto. Las pestes que asolaron Europa no fueron experimentos de guerra bacteriológica.

Ayer como hoy los mandamases no leen o no entienden el mensaje. Despreciaron a los primeros galos que aparecieron e insistieron en lo que hacían hasta que vinieron germanos, godos y finalmente lo hunos de Atila a derribar el decorado corrupto. Hoy no solo insisten sino que profundizan.

No fue la excepción, El templo de Jerusalem fue demolido dos veces por babilonios y romanos, los judíos esclavizados y perseguidos muchas veces no aprendieron, porque siempre sus males eran culpa de otros que por alguna misteriosa razón no los querían.
Los soberbios faraones pisoteados por persas, macedonios, romanos, franceses, ingleses y rusos.
Dejemos la historia, las maestras enseñan pero también cansan.

¿Por casa como andamos? Doscientos años de historia propia, con perdón del despropósito, sin dar pié con bola y cada vez peor.
Desapareció el granero del mundo, el país de la carne, las pampas inmensas y despobladas, la tierra de la tolerancia que se abrió al mundo y recibió más gente de la que la habitaba, hoy expulsa a sus propios hijos cambiándoles el país y mata a los que se quedan.

No faltará quien alegue: esto no puede ser obra de Dios, mueren muchos inocentes. ¿Es tan malo morir y dejar de estar preso en un infierno? Lo que se supone injusticia bien puede ser infinita misericordia. Al fin y al cabo es el dueño de la vida y del tiempo.

No veo arrepentidos, solo veo a los que profundizan errores, a los que colaboran y los que se empecinan en invocar ídolos y recetar pócimas de brujos. Más de lo mismo para que sea distinto es el secreto.

Alguna vez hable que el tiempo suele ser el verdugo de tiranos y dictadores, lo desprecian porque no lo pueden controlar.

Llámele casualidad si quiere a mi criterio tiene otro nombre, que en un determinado momento y lugar se junten, tener la caja en rojo y nada para manotear, la calma chicha reemplazando al viento de cola, el hartazgo de un pueblo, la corriente del niño, inundaciones y sequías destruyendo lo poco que queda de un producción agropecuaria desvastada.
Concédame al menos una legítima duda y no lo olvide en adelante. Como lo de los galos o la primera plaga de Egipto, pueden pasar, pero detrás hay una larga lista en espera para golpear mucho peor.

Si a muchos otros les pasó ¿quienes creemos que somos para ser excepción?
Como la culpa es de la oligarquía vacuna, de los ricos poderosos, de los militares y sus dictaduras, del FMI, el capitalismo e imperialismo, seguiremos insistiendo en lo mismo hasta que……
….. Dios nos ampare y Nuestra Señora nos proteja.

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