febrero 02, 2009

ORDEN Y LIBERTAD

No es BsAs, Londres, Roma o Madrid, es Valencia.


Pareciera apocalíptico el título de lo que ya es una ecuación imposible de resolver, por lo que procede aclarar los términos. Me refiero a la libertad formal, la de ir o venir, entrar o salir, elegir donde y como vivir, regular los propios horarios usos y costumbres sin perturbar la libertad de otros a hacerlo. Solo quedará en pié por ahora, pero permanentemente en jaque la libertad real de pensar, creer y opinar. Los medios de comunicación están a cargo de asfixiarla.
Y al orden que no es imposición de una dictadura sino al aceptado o tolerado por todos con tal de poder seguir viviendo.

En la civilización occidental que conocemos han entrado en curso inevitable de colisión el orden y la libertad, o el orden garantiza la permanencia de una ficción de civilización, sacrificando la libertad o esta, en rigor libertinaje con derechos colectivos o individuales y sin obligaciones, la destruye.
No ocurrirá a partir de mañana, cinco o veinte años; esta ocurriendo ahora a velocidades siderales que dificultan tener una clara percepción de ello.

Poco importa si se llegó a esto por los excesos del liberalismo o el colectivismo, ambos maman de la misma fuente: la diosa razón y el hombre-dios creador del mundo perfecto.

Los ejemplos están donde mire y sepa ver.

Tomemos uno, en apariencia intrascendente y que no roza cuestiones ideológicas, para no entrar en discusiones bizantinas que no hacen al fondo de la cuestión.

El tránsito, en todo el mundo es un problema cotidiano para la que se ensayan propuestas descabelladas o medianamente razonadas. Se omite decir con todas las letras que en este punto al que se ha llegado, embretados entre la demagogia populista y las restricciones de un mínimo de orden, la única solución posible es el absurdo de prohibir terminantemente el desplazamiento de vehículos particulares dentro de las ciudades, porque hay que vender más autos para que no cierren las fábricas y quede gente sin trabajo, hay que pagar los peajes de los que construyeron las vías de circulación o no es políticamente correcto bajar de un golpe la cortina de hierro, hay que ganar las próximas elecciones, acá y en todas partes.

Unos deliran con carriles, calles exclusivas, trenes tranvías, el último insólito híbrido inventado, motos o bicicletas y otros inmersos en el mundo de la técnica y el diseño sueñan con trasladar la congestión terrestre al aire con autos voladores o al subsuelo con subtes cuando colapsan y falta lugar para cañerías de agua potable, pluvial o servida, gas, y millones de cables.

Es un hecho que calles y avenidas no son elásticas, no hay espacio para tantos carriles:
transportes, taxis, vehículos particulares, motos y bicicletas, Ni tanto subsuelo para enterrar todo lo que molesta. En síntesis, nada funcionará mientras los vecinos tengan la libertad de desplazarse para trabajar o pasear, visitar amigos y parientes, comprar allá o acá a la hora que se les ocurra. Póngale un poco de imaginación y tiene el panorama completo.
¿Porque todos pretenden vivir en los mismos barrios saturando lo que ya esta completo? ¿Qué locura es esa de un almacén o tienda de ropa en cada cuadra? BsAs es solo un ejemplo de lo que ocurre en Nueva York, Los Ángeles, Madrid, Bogotá o Barcelona dentro de la ciudad y en sus accesos.

Vendrán el tren bala, de alta velocidad y los tranvías todos operados automáticamente, ¡adiós trabajadores ferroviarios! autopistas inteligentes con formaciones de autos circulando por monocarriles, un punto de ingreso y un destino obligado, en el horario que el sistema organice.
¡Adiós pequeños comercios de barrio. Incluso algún delirante diseñará cintas transportadoras en las veredas de zonas saturadas de peatones. ¿acaso ya no duermen los japoneses empotrados en las paredes de las terminales? u olvido que tenemos “recorridos seguros” para que los chicos vayan y vuelvan de escuelas y colegios.

Podrán discutirse los detalles lo que es evidente es que en esto y en todo el futuro esta trazado, no hay opción para que todo siga pareciendo que es igual pero mucho mejor. Nada será lo que es, no es novela de ciencia ficción, la diferencia es que esto no es futurología, ya está en la realidad y en la delirante imaginación de simples técnicos que ahora hacen ingeniería social para la civilización perfecta y poder vender sus creaciones.

De las dos noticias implícitas en este artículo, la buena es que no es el Apocalipsis, la mala es que el Apocalipsis tendrá que ser mucho peor si quiere conservar su categoría de lo máximo más malo.

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