diciembre 17, 2008

UNA MATERIA PENDIENTE



Fue suprimida del avío cultural que necesitamos para sobrevivir por pacifistas e hipócritas de toda laya. Ejercicio y administración de la autoridad y la fuerza, se podría llamar.

Entramos en el mundo en condiciones de dependencia extrema, alimento y movilidad, fuera de todo alcance, solo tenemos el auxilio de los instintos primarios de mamíferos carniceros depredadores y de ellos nos valemos. Berrear como marranos para que nos den de comer o nos levanten.

El necesito es quiero y este dispara la acción para resolverlo, bastan horas de vida para demostrar que se manejan los primitivos mecanismo de supervivencia y entrar en el mundo de la educación para comenzar a formarse, dominar los instintos, usar y administrar, sus recursos naturales, la extorsión y la especulación que se aprenden muy rápido por imitación de los adultos, es la fuerza de los débiles.
No es chiquito ni pobrecito, dentro de el ya despuntan las garras del depredador sin concesiones. Quien haya prestado atención a una perra y sus crías tiene en claro donde voy.

Los vegetarianos, por muy mamíferos que sean tienen otras conductas sean vacas, caballos u ovejas, son capaces de movilizarse desde el primer momento, si no encuentran a la madre se agencian una substituta. No hay competencia por pezones ni por los pastos. La lucha, la palea, no es innata en ellos, hasta que aparece la competencia del sexo.

De un manotazo que no hiere, he visto volar cachorros por el aire por molestar a los otros o incordiar a la madre, he pasado horas viendo al padre enseñándole a pelear al hijo, a retraer los labios y enseñar los colmillos al tiempo de gruñir. Hacerlos retroceder despavoridos con un ladrido y a continuación dejarlos acercarse lentamente. A partir de ese momento basta una mirada y un gesto. Jamás vi a los padres separando cachorros que pelean si no molestan. Educación en el ejercicio y administración de la fuerza.

Ningún tratado puede poseer mayor sabiduría y verdad que la observación de la naturaleza y la creación, verdaderas fuentes del conocimiento en todas las cultura, que los grandes pavos del pensamiento han substituido por la fantasía de sus creaciones personales.

Quien no la ha cursado y aprobado, ignora como se usa y cuales son las consecuencias de no saberlo.

Hace años que fue eliminada al punto que hay más de una generación de adultos incapaz de enseñar lo que nunca aprendieron, fallan por exceso, por defecto o por simple comodidad justificada por la moderna pedagogía de la tolerancia. Las consecuencias a la vista en todo occidente.

Se ha demonizado la fuerza, que no es mala en si misma, sino solo en el uso que se haga de ella. Los ignorantes que no pueden distinguir matices condenan todo.

Como consecuencia se ha instalado su uso y abuso, entre menores, entre mayores y entre unos y otros.

Las consecuencias de tener esta materia pendiente atraviesan todo el cuerpo social, desde la familia a las instituciones intermedias, los gobiernos y las relaciones internacionales. En su lugar aparecen la anarquía y el caos, cada uno quiere, decide, hace y deshace a su gusto y antojo, no valen leyes, convenciones ni tradiciones porque no hay autoridad capaz de hacerlas respetar y cumplir. Uniformes y cargos son simples disfraces que nadie respeta. La autoridad no se pone y se saca, se tiene o no se tiene, no viene incluida en el paquete de un nombramiento, ni con la paternidad.
Ejercerla no es un placer ni un beneficio, está más cerca de una amarga carga que del paraíso, porque nuestra moderna concepción de la justicia es cada vez más imperfecta.
Entregados al hedonismo del placer y lo fácil a nadie seduce asumir un penoso trabajo.

Todo emparche esta destinado al fracaso en tanto no se remuevan las verdaderas causas y los que promocionan “el viva la pepa.” Sean gobernantes, magistrados, legisladores, políticos, comunicadores, periodistas o conductores de radio y TV. Esto es así y no tiene vuelta, porque pertenece a la ley natural a la que todos estamos sometidos más allá de ideologías y elucubraciones socio- filosóficas.

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