Es un problema de hoy y de hace medio siglo, sin haberle podido encontrar respuesta. Las consecuencias están a la vista, cualquiera que llega es peor que el que se fue. La verdadera cuestión es que ya no quedan márgenes para corregir errores.
Tenemos miles de defectos, ni más ni menos que otros, culpar a los ciudadanos o a sus dirigentes es buscar la explicación fácil, sobran argumentos. Prefiero recurrir a la memoria y recorrer senderos que no fueron trillados en busca de una pista.
Como todo ensayo de explicación está sujeto a mil errores. ¿De dónde salieron los “salvadores”? Primera sorpresa, de las mismas filas de los “malos” a los que desplazaban o eran hijos de las mismas tribus absolutistas, sin duda que muchos se brotaran al leerlo. Fue el caso de los Almtes. Rojas y Massera, como todos los conversos, más papistas que el Papa, para que no se husmee su pasado. El restaurador de la democracia radical, un intrigante golpista nato, de los que tiran la piedra y esconden la mano, que para perpetuarse, pactó que las bancas son de los partidos y la reelección, sepultando el federalismo y la representatividad. El Riojano montonero, otro aporteñado converso en el más salvaje liberal unitario, el padrino bonaerense y el pingüino patagónico, sucesores antes que alternativas.
Destituido Perón, la Revolución Libertadora no solo no tocó el andamiaje de la tiranía sino que pretendió sin éxito utilizarlo en su beneficio, organización sindical incluida, con el argumento que la primer línea de dirigentes era una garantía ante el avance de los subversivos de la segunda, privilegiando la “estrategia inteligente” al sentido común para terminar entregando el mando a una alianza peronista marxista. ¡Pavada de coherencia política!
Hoy parece querer instalarse como verdad absoluta, que el problema es un ex-presidente que no deja gobernar a la sucesora que designó a dedo y que la salvación vendrá cuando la Cristina gobierne. ¡Gracias a Dios, que no ha podido hacerlo! Entre un necio soberbio y una ignorante con pretensiones, no hay elección posible. Ni habrá alternativa en tanto no se desmonte el aparato totalitario de sometimiento y el que asegura electoralmente la permanencia de la dictadura.
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