mayo 01, 2008

UNA NACION, UNA BANDERA, UN FUTURO


CAMPO Y CIUDAD SON PARTES DE UN TODO
NO UNACONTRADICCION

Campo y ciudad no son extremos opuestos. Se distinguen por sus propios problemas, urgencias y demandas; coinciden en ser parte de una misma nación. No pueden prevalecer uno sobre el otro, ni existir solos.

En días el programa será: si los productores no producen, las ciudades no compran

Es nuestra patria la que se disuelve, oponerse a ello, es la primera obligación y requiere la unión.

Sucesivamente, el derecho, la justicia, el pasado y el presente, las instituciones, la seguridad, la libertad, la educación, el trabajo etc. fueron agredidas, pervertidas y destruidas, ahora le tocó el turno a la producción agropecuaria. Por limitarse a defender tibiamente el kioskito que afectaba a cada uno, se han llevado por delante uno tras otro.

Un sector se plantó y dijo basta, mintieron, agredieron y calumniaron faltando el respeto y despreciando la inteligencia de todos. Ahora es basta para todos.

Tendremos que importar carne, trigo leche a “precios internacionales” Los delirantes saltos a la modernidad lo pagarán nuestros hijos y nietos, para tratar de vivir en la prehistoria. Sólo un demente puede pretender la “democrática alternativa” en el 2011 para gobernar un país quebrado sin posibilidades ni esperanza. El fraude ya está hecho tres años antes. ¿Es un problema sectorial?

La Nación es la única emergencia. A respetar nuestros usos costumbres y tradiciones que nos hicieron grandes, dejando de lado la imposición de un fantasioso nuevo país que nadie quiere ni pidió.

Si hubo errores se puede subsanarlos, sin necesidad de cambiar la nación, demoliendo todo lo bueno que hemos tenido.

Hay una sola bandera, la azul y blanca sin manchas de símbolos o inscripciones. Hay una sola consigna: ¡ARGENTINOS DE PIE, POR LA PATRIA!
Sea que defiendan el trigo el maíz, la soja, la lechería, la carne, la seguridad, el derecho, la justicia, el trabajo, la propiedad, la libertad de opinar, estudiar, trabajar o el respeto por la vida y los derechos de todos, de acuerdo a los principios, tradiciones usos y costumbres en los que nacimos e hicieron grande nuestro país.

Agitar la antinomia ciudad-campo, reedición de otras nefastas: campo-industria, modelo agroexportador-desarrollismo o encerrarse en cuevas sectoriales, es instalar la dialéctica de las falaces contradicciones. Para eliminarse unos a otros tras falsas banderas o cobardes egoísmos facciosos.

Volvemos a ser solo argentinos, una nación, una bandera y una sola voluntad y decisión, la de seguirlo siendo, cueste lo que cueste y caiga quien caiga o nos ponemos de rodillas como indignos de seguir viviendo.

De una vez por todas, basta de facciones, partidos y sectores de fracasados y especuladores con hacerse dueños del esfuerzo ajeno.

Quienes constituyeron esta Nación lo hicieron inspirados en Dios fuente de toda razón y justicia, para ellos, sus hijos y todos los hombres del mundo de buena voluntad que quisieran habitar su territorio; quienes no la tengan o crean en otra razón y justicia, la puerta está abierta
¡Afuera!

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