noviembre 30, 2007

El hombre o la herramienta


No es preciso armar complejas teorías políticas o sociológicas para explicar hechos, tan dolorosamente reales como la crisis de representatividad, la ausencia de dirigentes creíbles o el fracaso de las instituciones. El fenómeno, si bien nos tiene como abanderados en la tierra, se repite con mayor o menor trascendencia en todas partes, 1º, 2º o 3º mundo.
Si de representatividad se trata, bueno es recordar que quienes intervinieron a partir de todos los sectores fueron designados a dedo, una por su marido y los demás por el dedo propio, autocandidatos que designaron a su antojo y conveniencia, postulantes al legislativo y a las gobernaciones que sin haber asumido sus funciones se autoproclaman soberanos, sin ligaduras de vasallaje y dueños absolutos de sus cargos. Armaron y desarmaron frentes y alianzas propias y ajenas.
Personajes nacidos de operaciones de prensa, productos mediáticos sin ninguna representación. Al extremo de ese vergonzoso peregrinaje de un autocandidato, en busca de alguien que tuviera una vacante para gobernador de BsAs. Como un mendigo pide una monedita por las calles.
Anestesiados por tanta violación de principios elementales, quizás no se repara debidamente en las miserias sin límite que hemos pasado y estamos viendo.

Con semejantes antecedentes, divulgar un discurso restaurador de la república e instituciones, apelar al bipartidismo u otros sistemas importados para solucionar por decreto, la crisis actual con los recursos humanos de descarte que tenemos, es solo un síntoma de la esquizofrenia nacional, que substituye con un delirante mundo interior la realidad. El peor de los sistemas es el mejor, en manos de los excelentes, así como el más perfecto e ideal es preludio de desastre en manos de los peores.
Quien va a votar la “ley salvadora” ¿Los que están porque llegaron exclusivamente gracias a la perversión del sistema. Quien se suicida después cobrar el premio?

¿Seguimos llamando ingenuos idealistas a quienes sugieren estas soluciones o de una vez por todas dejamos los eufemismos y hablamos en nuestro rico idioma castellano?

Ni sirven regímenes políticos e instituciones que adoptaron otros hombres con una escala de valores que ya no se practican y se demuelen en nombre de la libertad (libertinaje) de expresión diariamente, ni es posible crear nuevas por decreto adaptadas a la mediocridad ambiente.
En tanto y en cuanto no se pueda frenar el sistemático ataque a los verdaderos valores éticos y morales de nuestras tradiciones y permitir que las nuevas generaciones libres de la intoxicación de fanatismos ideológicos, consignas mentirosas, un idioma prostituido y la cultura de los derechos sin obligaciones; puedan ir sobre la marcha, poniendo las bases de un sistema propio acorde a nuestras necesidades e idiosincrasia sin pretensiones de eternidad. Esta si es una urgencia que no admite dilaciones, la única.




No hay comentarios: