octubre 16, 2007

Silencio cómplice o falso pudor

El que calla otorga y franquea el paso para que otros avancen. Si después se asombran, escandalizan y preocupan porque el mal avanza sin resistencia, culpando a unos u otros por la situación, estamos sin lugar a dudas ante hipócritas, fariseos o sepulcros blanqueados, como guste.

Basta ver nuestra realidad: una banda que carece tanto de límites éticos y morales, como de capacidad, hace y deshace a su gusto, con el silencio de todos se les “hace el campo orégano” El mal como entidad no existe es la ausencia del bien, está claro y bien visible, más allá de bizantinas cuestiones filosóficas.

Junto al silencio, desde hace muchos años y cada vez más generalizado se alinea el “falso pudor” de defender la verdad a rajatabla, de confesar y mostrar abiertamente que se es y en que se cree.

¿Falta Fe y convicción o sobra comodidad y cobardía? No se trata de algo traído de los pelos; nada menos que SS Benedicto XVI, puso días pasados la cuestión sobre la mesa:
VATICANO, 11 Oct. 07 / 09:18 am (ACI).- Al recibir este jueves al nuevo embajador de Corea del Sur ante la Santa Sede, Francis Kim Ji-young, el Papa Benedicto XVI señaló que en medio del actual mundo pluralista, ningún precio es demasiado alto para defender la verdad.
El Pontífice inició su discurso destacando "el notable crecimiento" de la
Iglesia católica en Corea, que se debía al “ejemplo heroico de aquellos hombres y mujeres llevados por su fe a dar la vida por Cristo y por sus hermanos y hermanas”, cuyo “sacrificio nos recuerda que ningún precio es demasiado grande para perseverar en la fidelidad a la verdad”.
“Lamentablemente –siguió el Papa–, en nuestro mundo pluralista algunos cuestionan o incluso niegan la importancia de verdad”, cuando solo “la verdad objetiva sienta la única base segura para la cohesión social”.
“La verdad no depende del consenso general sino que lo precede y lo hace posible generando la auténtica solidaridad humana”, agregó.


No se trata de una cuestión puramente religiosa, hace a costumbres, tradiciones ideologías sociales y políticas. Quienes han impuesto el silencio, han recurrido al terrorismo dialéctico, el miedo a que lo descalifiquen o le cuelguen un sambenito “vergonzante: antiguo, fundamentalista, dogmático, fascista, totalitario antidemocrático.
Es sacrílego para la religión del progresismo modernista distinguirse de la masa disciplinada en el pensamiento único ¿curiosidades dialécticas? no obstante se proclaman liberales librepensadores, protectores de los diferentes y enemigos de toda discriminación.

Una ridícula minoría avanza en medio de las mayorías que se apartan para dejarlos pasar. Si solo uno de cada diez dijese tres palabras por día en el lugar y momento adecuado el efecto sería asombroso. Nada se teme más que al ridículo, especulan con ello y con el temor de su oponente a la etiqueta que le van a poner. Hablan y pontifican especulando con encontrar silencio por respuesta, carecen de argumentos y razones; endebles sofismas son su única razón, no piensan reproducen consignas. Una sola firme oposición y cambia la línea, es el momento que perdieron el pié y pueden ser aplastados y puestos en ridículo al descubrirse su orfandad intelectual, que incluso se silencia por una falsa piedad, en lugar de ponerla en evidencia; apabullan al ingenuo con citas y ejemplos, una razón o argumento jamás, de allí a la agresión y descalificación verbal hay un paso es el último recurso que desnuda su impotencia.

No se pide nada excepcional, tampoco es cuestión de parecer, simplemente ser y demostrarlo sin tapujos, falsos pudores o piedades.

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