marzo 18, 2007

Muy grave

En un país en pleno brote ezquizofrénico y divorciado de lo real, se desempolva la autocracia, unos para remediarla y otros para permanecer a cualquier precio.
Llámese moda, necesidad de seleccionar a quienes mejor miden o mil argumentos más, el proyecto ha roto fronteras y se generaliza a todos los ámbitos ¿Es alternativa al despotismo oficial?
Comenzó con los candidatos autoproclamados a cargos nunca bien especificado. Llámense: Macri, Lavagna, Blumberg, Sobich y Carrió. Todos a la espera de lo que decidan otros. ¿Estos serán los futuros gobernantes ejecutivos? Carecen de valor y decisión para jugarse. ¿Supondrán que el ejercicio del gobierno es un mar de flores, sin la responsabilidad de tomar duras e impopulares decisiones por el bien de la Nación?
Sin tener claro quien avala o apoya sus candidaturas ni a que, comenzaron a brotar los acompañantes, candidatos a gobernadores.
Un paso adelante, en el retrógrado y reaccionario sistema político, vuelven los “grandes electores” siguiendo el proyecto oficial. Esto que llamaba “retroprogresismo” a imagen del cangrejo que dicen que progresa hacia atrás, símbolo del cáncer; es cada día más evidente.
Desde el Ejecutivo Nacional al más irrelevante personaje, todos por la misma vía. La ciudadanía sin opción. ¿Puede haberla entre el gran autócrata y sus imitadores?
Necesariamente vuelvo sobre mis pasos recientes: “los militantes” Se proclaman demócratas, republicanos, defensores de las instituciones y la voluntad popular y son “dictadores militantes” A mi entender está claro por sobre lo que dicen y proclaman están sus actos: su militancia, que desnuda la hilacha de su verdadera personalidad y convicciones.
No faltará quien reflexione: Ya se sabía, como siempre la opción esta en elegir el menos malo. ¿Me pregunto si hay resto para revolear la moneda? El más manso y tranquilo de los seres de este mundo, acorralado, se convierte en la más salvaje de las fieras.
¿Tan ciegos o intoxicados estamos todos que no se ve que el campo está seco y no es momento de jugar con fuego?
Después de dos meses en la Capital, he vuelto a mi casa de provincia y la realidad me golpea todos los días, la que veo escucho y olfateo, “en vivo y en directo”, libre de la contaminación de chismes y versiones más o menos interesadas. La información no es distinta allá y acá, me refiero a la realidad, la temperatura, el humor, la “sensación térmica”, las que caminan por debajo de las noticias, las que van a provocar hechos que serán noticia mañana. La saturación y la intolerancia están alcanzando su punto límite, el de no retorno a partir del cual estalla y aparece la acción directa.
Algunos pequeños incidentes menores, la prensa los ha bautizado: la guerra de pobres contra pobres. Título que pega y por demás sensiblero, casi una consigna que se repite y no se piensa. No es cuestión de tener bienes o carecer de ellos, es de argentinos asqueados contra delincuentes y provocadores, los que no tienen nada que perder son los primeros que queman las naves.
No voy a extenderme en hechos que he presenciado, quien entienda qué digo, no lo precisa, a los otros ni les va ni les viene.
He visto mucho en mi vida, pero esto es nuevo. Quizás por eso me sorprende y me cuesta encontrar el término para definirlo. Conocí revoluciones, golpes de estado, “planteos” los estados de rebelión latentes, los vándalos protegidos por la policía en las calles, la resistencia civil, oposiciones virulentas y esto está mucho más allá. Carece de jefes, mentores y dirigentes, no es cuestión de partidos, movimientos ni posiciones ideológicas, es la base social de la Nación que está llegando a la ebullición, hartazgo, cansancio moral; más que bronca, furia contenida, que estalla al menor roce. Como no hace ruido nadie se da por enterado. ¡Espontáneos! Puede ser el nombre.
Se agoto la tolerancia a la mentira como sistema de arriba y de abajo, los payasos en pose, los conflictos e incidentes “fabricados” expresiones del desprecio a la inteligencia de todos, porque el entender (inteligir) es patrimonio de todos los humanos; ricos o pobres, humildes o poderosos.
En tanto los economistas invocan sus “índices macro” “todo está bien, no pasa nada” repitiendo hasta el cansancio la excelente coyuntura del comercio internacional, que nada indica que pueda cambiar. ¡La burbuja del mundo estable! Quienes carecen de capacidad para comprender la realidad por si mismos, la substituyen por índices y estadísticas, la prueba irrefutable de su incapacidad como dirigentes; el arma de “gerentes y gestores” creativos publicitarios y “marketineros”, especialistas en vender lo que nadie quiere ni necesita.
No es difícil ser opositor a un gobierno impío, pero cuesta mantenerse en el quicio, recibiendo cachetazos e insultos de todos lados.
Lo digo únicamente porque me quema; reconozco que entre las incontables cosas que ignoro está el enseñarle a ver a los ciegos.
¿Soluciones? Hay cientos, a mi entender ninguna sirve con los recursos humanos que hay a la vista, sin un profundo lavado de cerebro de toda la sociedad. Que por las buenas o las malas vendrá. De todos depende porque camino llegue. Es la hora de la ¡Tolerancia 0! Después se verá que queda en pié. Es utópico y voluntarismo puro planificar sin saber que hay, ni que recursos se tienen.

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