octubre 09, 2006

Vuelve la cordura

(Fotos: Rodrigo Néspolo y Fabián Marelli. La Nación.com)
En el acto de homenaje a los muertos por el terrorismo subversivo, se volvió a imponer la aplastante cordura que se insinuó en la Plaza de Mayo.
Como allí otra vez en Buenos Aires y en el país retumbó el ¡¡¡BASTA!!! de los Argentinos que privilegian el amor a la Patria al resentimiento por supuestas cuentas pendientes que paradójicamente reclaman quienes no tuvieron arte ni parte.
Entiendo que de ahora en más, es la convicción profunda de todos la que fija el rumbo y marca el paso adecuado que es el propio, con firmeza y sin pausa, sin importar si otros caminan, corren o saltan.
Argentina ganó una batalla con las armas y perdió otra con las ideas y la verdad, por eso continúa la guerra y no hay paz que es el único objetivo final de toda guerra justa. El país sigue dividido y enfrentado. Hubo una mentirosa tregua amenizada por los clásicos guitarreros de la política y una fiesta de pizza con champagne, que instaló las divisiones entre buenos y malos que hoy cosechan y comercian los que siempre especulan con la sangre de otros y exacerbando enfrentamientos y odios.
Tregua que aprovecharon los mercaderes financistas para seguir llenándose los bolsillos; los subversivos para reorganizarse y los ex gobernantes para encubrir una huida que tuvo más de desbandada, abandonando el campo con todo sin concluir. Llegaron con un país casi conquistado por la subversión internacional y huyeron dejando un país derrotado tras la irresponsable aventura de Malvinas.
No es cuestión de militares o civiles, unos por acción otros por omisión todos tenemos una parte de responsabilidad en el fracaso. Esto ya es pasado, y no se llora sobre la leche derramada.
Al pan pan y al vino vino.
Vuelve la agresión delirante y enloquecida y en esta hora carecen de sentido diferencias entre civiles y militares, estamos todos en la trinchera a pie firme contra una invasión, que como aquella, pretende instalar un nuevo país que nos es ajeno.
La guerra de agresión continúa por medios mafiosos: chantaje, mentira y amenazas: es hora de adecuar las armas y la respuesta al ataque. La mentira y la confusión no se pueden enfrentar con la acción ni con poses, únicamente se le opone la verdad. Ni el dejar pasar propio de cobardes, ni el exabrupto de irresponsables que descoloca a todos y provoca sin ningún sentido nuevas agresiones. Las van hacer sin invitación, que paguen el costo.
No se empuñan armas, están las manos libres para el abrazo a quien venga con las manos abiertas, quienes prefieren el puño cerrado esgrimiendo el odio y la mentira encontrarán la respuesta adecuada.
En esta hora parece hacerse patente, que quien confunda se perderá solo en sus propias tinieblas.
No se debe caer en el error de suponer que se propugna el silencio, todo lo contrario, el silencio se quebró, es la hora de la palabra, nada debe quedar pendiente ni sin respuesta. Venga de un lado o de otro, sin olvidar que en esta hora de confusión hasta la propia sombra tiene cara de hereje.
Para escándalo de muchos vestidos de pacifistas, colaboracionistas en castellano, hay lados; unos y otros. Sería una ingenuidad, una mentira y una imprudencia negarlo, las fronteras y las divisiones caerán solas si Dios lo quiere, algún día por imperio de la verdad y la unión nacional que únicamente podrá serlo en la diversidad y en el respeto entre todos, nunca en mentirosas unanimidades.
La unión y la concordia Nacional no es un objetivo a alcanzar a través de propuestas mágicas, será una consecuencia natural, querida y buscada de ser lo que se debe de ser, cada minuto de todos los días.
Una cosa son las diferencias en los principios o en los métodos que se pueden respetuosamente debatir y muy otra es la pretensión de utilizar la violencia, cualquiera sea su forma, para destruir los que tenemos y reemplazarlos por otros que violentan nuestra historia, tradiciones y convicciones.
Quienes aspiran a uniones en falsos consensos que solo son un trueque ideológico, esto por aquello, ofenden la verdad de las convicciones y trabajan para mantener divisiones y enfrentamientos, aunque se llenen la boca de paz.
Quiera Dios iluminar las conciencias y darnos la fuerza para ganar la paz fundada en la verdad y la justicia.

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