septiembre 20, 2006

Yihad y Benedicto XVI

Las palabras del Papa sobre la “guerra Santa” y el uso de la violencia en nombre de la fe, fueron pronunciadas y dirigidas a un ámbito académico y en el contexto de una discusión filosófica.
La reacción en países de tradición islámica no es producto de “mala interpretación”; es conciente, voluntaria y provocada por dirigentes muy alejados de lo religioso y exclusivamente con fines políticos.
No parece que las masas en las calles o las declaraciones políticas de dirigentes, las bombas o quema de imágenes, sean el ámbito adecuado para plantear reclamos o dirimir cuestiones que exceden su capacidad.
Que reaccionen los pueblos musulmanes no sorprende, la autoridad del Papa no los alcanza, y quienes convocan a la violencia se reclutan entre sectores alejados del credo islámico o directamente enfrentados con el mismo a partir del socialismo marxista.
Con infinitos más recursos han reaccionado los medios formadores de opinión que se dicen del occidente cristiano; esos mismos medios y analistas que sistemáticamente tergiversan al Santo Padre y la doctrina católica.
Se aplaude la condena a la violencia en nombre de la fe y se reniega de la condena si esa violencia se ejerce en nombre de presuntos derechos de la mujer a disponer de su cuerpo y de la vida de su hijo.
Quede claro, la muerte en ejercicio del legítimo y proporcionado derecho de defensa jamás ha sido condenada por la Iglesia, lo cual no significa que forme parte de sus enseñanzas y consejos como si fuera el ejercicio de una virtud.
La misma pena de muerte, sin ser tampoco recomendada no ha sido expresamente condenada, si ella deriva de autoridad judicial legítima. Que el Santo Padre o la Iglesia intercedan pidiendo la conmutación de una pena, no significa una condena. Caso contrario sería que exhortaran a los gobernantes a derogar de los códigos tal pena y ello no ha ocurrido.
El derecho nace en el principio que todo poder viene de Dios, y es por el que la autoridad lo aplica. Y esto no se puede decir, es inaceptable a los delicados oídos de occidente, intoxicados de una soberanía popular que excluye la existencia misma de lo Divino.
Se ha corrido perversamente el eje de la cuestión presentándolo como una condena de la doctrina católica a la violencia de la guerra en general o trasladando el conflicto a un enfrentamiento entre musulmanes y católicos.
Los medios informativos opinan o comentan, “condenó esto o aquello, se dirigió a…, hizo un llamado…, pidió perdón….etc”. La verdad nunca.
De ellos proviene la confusión o malentendido, en forma exclusiva, 3 o 4 días después de sembrar sus ediciones con titulares mentirosos y sensacionalistas, tímidamente algunos pocos grandes diarios comenzaron a publicar el texto real, fraccionado al principio y completo cuando la repercusión del hecho obligó a poner blanco sobre negro porque la desinformación era harto evidente.
Si la Iglesia Católica ha sido brutalmente penetrada por la ideología condenada como “intrínsecamente perversa” teniendo una rígida disciplina y una cabeza absoluta, cuya inefable autoridad siguen desconociendo o cuestionando tantos que hasta se permiten opinar y difundir que es lo que el Papa debiera hacer o decir; el Islam, como credo religioso no es de otro planeta.
Podrán ser los ejecutores de acciones terroristas, reclutados entre sectores políticamente fanatizados, por las agresiones e injusticias que soportan y el mensaje de “educadores” políticos, formación bien condimentada con motivaciones religiosas, pero la organización, planificación, el “dónde, como y cuando”, en forma alguna es obra de loquitos fanáticos irracionales; es gente seria, pensante, lo que se diría “intelectuales, ideólogos o filósofos”, que saben lo que quieren, suponer lo contrario va de frente contra toda lógica y razón.
El terrorismo no es obra de fanáticos suicidas o improvisados “jóvenes idealistas”.
Por tortuosos caminos que no dejan ver claramente donde van, esto es parte del frontal ataque a la idea y la Fe en Dios y a las únicas tres religiones monoteístas del mundo, que en su esencia son una: el Judaísmo, el Catolicismo y el Islam, el ataque o cuestionamiento a una es siempre un disparo por elevación a todas y en el siniestro engaño van a caer judíos, católicos y musulmanes, enfrentándose unos con otros, porque son la última barrera contra el arrollador avance de La Revolución que sintetiza los errores de todos los tiempos.
El gancho para adherir y motorizar a ingenuos y distraídos será la carga sentimental de muertes y atentados.
Es un hecho que cuando se toca y reacciona el corazón se nubla la razón.Tengo por cierto que si se sigue echando leña al fuego, se verán cosas más allá de todo lo imaginable, quizás el paso previo a un generalizado enfrentamiento religioso que derribe la ultima barrera al avance de la subversión al precario orden que a duras penas tratamos de sostener. Todo en nombre de una paz fundada en un orden antihumano que excluye necesariamente la libertad.
Otra forma de decir "lo que si dijo Benedicto XVI"

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