junio 19, 2006

De mal en peor; Hasta el apellido nos cambian

Al mismo tiempo que afirma que el delito está en descenso y que no existe un rebrote de violencia, el Ministro del Interior se preocupa por proyectos que hacen a la calidad de vida y el respeto por los derechos de los recién nacidos. (ver: "Defienden la incorporación del apellido materno para los recién nacidos")
Curiosamente estas preocupaciones desnudan el problema que significa la inexistencia de reuniones de gabinete.
Un ministro se desvive por garantizar los derechos de los recién nacidos y otro, el de Salud Pública, empeña toda su energía por eliminar la posibilidad que sigan naciendo; esterilización, campañas: “cada uno con su forro” y “haga valer sus derechos de género: aborte” (ver: "debate el congreso el control de la natalidad")
¿Tan ocupados están que no hay tiempo ni para un mensajito de texto?
En efecto, se va a enviar al Congreso un proyecto de ley que hará obligatorio la inscripción de los recién nacidos con el apellido paterno y materno.
La iniciativa desnuda otra falencia: la supina ignorancia de los ministros sobre la legislación vigente. Nos esta haciendo falta un “Justiniano” o un “Hamurabi”, eso de codificar es ideal para matar el tiempo que sobra.
Imagínese señor ministro, pasar a la historia como “Fernández el Codificador”, con el agregado de tener un buen cargo disponible para algún amigo, ya que necesitará también un Decodificador para que no sea peor el remedio que la enfermedad.
En lo práctico es llovido sobre mojado. Al inscribir un recién nacido los padres tienen la facultad de hacerlo con el apellido paterno (obligatorio) o con ambos, al cumplir 18 años el menor está legalmente facultado para agregar al paterno el apellido materno si es su deseo.
Llegó tarde ministro, el derecho ya estaba garantizado.
Dicen los que saben, que el exceso de protección perjudica y parece que la fiebre legislativa del ejecutivo aprovechando que todos están pensando en el mundial, lo confirma.
A fuerza de garantismo se discriminará a los recién nacidos reconocidos por uno solo de sus progenitores.
Imaginemos el diálogo:
-Me llamo Fernández
-¿Fernández qué?
Triste, como situación impuesta por una ley protectora.
Sugiero que por vía de la analogía, se recurra en estos casos a sortear otro apellido por la Lotería Nacional, a partir de la guía telefónica o el Padrón. Previendo la designación de otro funcionario, medianamente despierto, para evitar contradicciones o situaciones ridículas del tipo: María Inés Laggata Flora.
Como las cosas no pasan porque si, es bueno hurgar acerca de los motivos, teniendo en claro que dentro de las prioridades de la ciudadanía ésta ni figura. Puede ser una ordinaria demagogia feminista, conociendo los bueyes… hay que preguntarse contra quien va, claramente es otro avance contra la familia y el derecho de los padres, no se consulta, se ordena.
Estos “retroprogresistas” tienen un complicado mecanismo mental: Padres, familia, tradición e Iglesia, que siempre está en ese grupo, con esos cuatro parámetros basta para definirlos como conservadores, ergo, amigos de las dictaduras, ergo, cuasi genocidas en potencia. Con eso basta; apunten, ¡fuego! No tiran con bala, usan posta lobera, abren una roseta de perdigones para pegarles a todos.
¿Otro conflicto innecesario, cuando se viene un nuevo código penal y la reforma de la ley de educación? cosas peores han hacho, releo los fundamentos: “Se busca consolidar la individualización de las personas” Hic jacet lepus, sangra por la herida, el ministro se canso que el periodismo y todo el mundo hable de “los Fernández”, uno Ministro del Interior, otro jefe de gabinete, ambos parecidos con el mismo bigote y hablando siempre de lo que les compete y de lo que es competencia ajena.
Se cansó y es aceptable, a nadie le gusta que le carguen los “extraños negocios” y antecedentes de otro o los habituales exabruptos.
Quizás, el próximo partido de Argentina sea la oportunidad para dejar silenciosamente todo como estaba, que no perjudicaba a nadie y no complicaba los sistemas informáticos y bases de datos, teniendo que recortar nombres y apellidos.
A lo mejor estoy pateando el nido porque ya está armada la licitación para modificar el software de todos los sistemas, pero esa es la quinta del otro Fernández. -Perdón fue sin querer-.
Imagínese simplemente, un recién nacido candidato a llamarse: “Justiniano Montenegro Roccatagliatta”, no hay sistema ni formulario que lo aguante, quiérase o no acabará siendo Monte para los amigos y la consolidación de la individualidad de las personas al c....., si, allí donde debiera estar el autor del proyecto.
Si ya se van, ¿a que tanta inquietud? ocúpense de ordenar y limpiar un poco.
Bye Bye Fernández

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