abril 17, 2006

Matías Bragagnolo

Otro chico que ya no está, y una familia tiene que seguir. Si no nos ponemos los pantalones, será uno más de la larga fila que viene de excluidos del mundo o de su país.
Hay dos lecturas, el hecho y sus proyecciones.
El hecho es otra muerte como las hay todos los días, subproducto de la impunidad, inseguridad y violencia patrocinada desde todos los despachos oficiales. No hace a la cuestión que sea en Palermo Chico o en la villa La Cava, que tengan recursos económicos o sean humildes trabajadores, Argentina es de todos.
Proyecciones: el impacto es imprevisible. No fue a la salida de un boliche, en una picada, ocasión de robo ni episodio de borrachos o drogadictos. El lugar es barrio de embajadas vigilado y seguro.
- Si eso pasa en Barrio Parque ¿Qué puedo esperar en mi casa?-
La víctima no puede ser investigada, es impecable. Todas son características que van golpear muy mal a una mayoría de la sociedad que cuida a sus hijos, que sabe donde están y con quien salen.
A estos episodios se suelen suceder marchas, gestiones, iniciativas, proyectos y como era previsible estamos peor que antes. En una oportunidad una marcha hizo temblar a los depredadores y buscaron descalificar todo, hasta que controlaron la bola de nieve.
Sin lugar a dudas se repetirá todo el libreto; se le volverá a pedir al zorro que se encargue de la seguridad y poner orden en el gallinero y después se seguirá discutiendo de precios, economía e índices mentirosos hasta que caiga otro. Si se descontrola, aparecerán “testigos” o lo que sea necesario para descalificar al muerto, a su familia o a la protesta, con todo el poder de la prensa mercenaria y la impunidad de las “formaciones especiales”.
Queda claro que no hay parches ni soluciones parciales. No se trata de códigos o edad de imputabilidad, de procedimientos policiales, ni de capacitación de la fuerza. No se puede capacitar para usar el sentido común.
Cuando un ex-juez de Menores, el Dr. Molina, declara al “aire” por America 2, muy suelto de cuerpo que “de ninguna manera son asesinos”. “es muy fuerte el término”...
Por vía del abolicionismo para criminales y delincuentes de toda clase; los que violan la libertad, el honor o el patrimonio con “argumentos” sociales, sindicales o el que sea, patrocinados desde la cima del poder, la impunidad de piquetes, escraches, y acciones criminales de las SS oficiales. Como el sistemático ataque a todo lo que sea o represente organización o autoridad: familia, escuela, universidad, comercio, industria, producción, asociaciones de profesionales, de trabajadores, fuerzas armadas o de seguridad.
Es la obra de iconoclastas y desacralizadores, un proyecto de anarquistas, lo que está son sus consecuencias. No hay parches ni soluciones parciales. Hace un año que vengo martillando esta interpretación.
No podría mezclar cuestiones políticas con incalificables hechos de sangre, pero estos son lamentablemente la consecuencia querida y buscada de los otros. Cuando no hay voluntad, es absolutamente estéril toda medida coyuntural que será anulada por acción de jueces, fiscales y policías. En este punto debe sospecharse si las purgas policiales no son en realidad para eliminar a los buenos. No es posible que después de tantas bajas, siga en actividad un irresponsable como el comisario del caso o el agente implicado en un procedimiento tenebroso.
A 24 hs. de producido el hecho la policía “deja trascender” por boca del comisario que la autopsia a determinado, que la causa de la muerte fue un “edema agudo de pulmón”. ¿Y el secreto del sumario? Jamás en el país se ha conocido un protocolo o dictamen de autopsia con tanta velocidad, incluso sin tiempo a efectuar determinaciones bioquímicas o estudios anatomo-patológicos, absolutamente imprescindibles en una “muerte dudosa”. Y esto no es menor, es gravísimo, más aún cuando ni el decano del cuerpo Medico Forense ni autoridad judicial alguna han procedido a desmentir la información.
¿De quien es la mano negra? ¿Es miedo de las autoridades que se forme otra bola de nieve fuera de control?
Mientras funcionarios de toda clase no tengan más miedo a la reacción social que a los que les permiten medrar con absoluta impunidad, esto no se resuelve ni se mejora.
No se trata de empalar a los funcionarios o de quemarles los autos o las casas, merecen simplemente la exclusión social absoluta, el vacío para ellos y sus familias porque la agresión la sufre toda una familia no únicamente la víctima.
Cual si fueran leprosos, ni saludo al pasar, ni un buen día, mucho menos compartir una mesa o tolerar su presencia sin hacerles sentir el desprecio y el vacío. Y esto va para todos los cargos políticos, es legítima defensa y el desprecio duele más que un azote. Deben sentir la presencia de una Argentina a la que podrán destruir pero no agacha la cabeza, ni tiembla ante poses histéricas. Que existe, y tarde o temprano va a volver a pedir cuentas a los que hacen y dejan hacer; a los adulones, mercenarios y distraídos.
No se si sirve o no, se que es algo que a nadie compromete y si no hay capacidad de hacer al menos esto, más vale que hagan la valija y se larguen. Por este camino va terminar mal, muy mal, para todos y antes que eso ocurra, cualquier intento que no implique violencia vale.
Esto, como se ha visto, no se arregla con pañuelitos blancos ni velas exhibiendo fotos o gritando ¡¡¡Justicia!!! De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno por el que vamos marchando. Esto no es político, porque toda la política es cómplice, es la legítima defensa de una Nación impunemente agredida.
Es necesario que haya miedo donde debe de haberlo. Entre los responsables y no entre los inocentes que trabajan contra todos los problemas de traslados y de inseguridad y que estudian pese a las mafias estudiantiles de los grupos de choque de la tiranía. Comencemos a poner con nuestros limitados medios cada cosa en su lugar. Que tiemblen los responsables y huyan los delincuentes.
Antes de terminar no puedo eludir un hecho que por regla general acaba siendo más importante que una muerte.
Se podrá en este caso puntual, determinar con toda celeridad las causas de la muerte del menor; identificar, detener, juzgar y condenar a todos los implicados y ello no pone ni quita nada a cuanto se ha escrito. En la semana transcurrida, ha muerto sólo en Bs. As. y el conurbano, más de una persona por día en episodios semejantes. Este es otro caso más como al de “Juan”, “Pedro” o “Andrés”.
La muerte nos iguala y clama al Cielo Justicia, la verdadera inapelable y definitiva.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fabuloso. Fiel reflejo de una triste realidad.

Anónimo dijo...

muy bueno

Anónimo dijo...

Excelente. lo felicito