enero 20, 2006

Otra víctima condenada


Los casos se repiten con alarmante frecuencia y las responsabilidades se encubren en una niebla de confusiones idiomáticas. Se habla de “desenchufar o desconectar” a un paciente cuya vida presuntamente esta artificialmente sostenida.
En este punto es necesario comenzar a distinguir y terminar de confundir. La respiración es naturalmente espontánea, en razón de alguna afección puede detenerse su actividad y por medio de un “respirador mecánico” se la reemplaza por la denominada respiración asistida, si esta se suprime, desconecta o desenchufa y espontáneamente no se reinicia, el paciente muere por paro respiratorio. Pero no sólo de aire vive el hombre, necesita agua y alimentos energéticos, la ingestión de los mismos no es espontánea o automática debemos alimentarnos e ingerir agua por nuestros propios medios o alguien tiene que hacerlo por nosotros.
Resulta muy claro que hay una fundamental diferencia entre una respiración asistida y la alimentación, tanta como que suprimirle el alimento y el agua a un paciente es equivalente a estrangularlo para que no pueda respirar. Una cosa es reemplazar una función espontánea perdida y otra es impedir una función vital y voluntaria.
Puede aceptarse la desconexión de los mecanismos de respiración asistida si se tiene la absoluta certeza de un paro respiratorio irreversible, pero lo que bajo ningún argumento puede hacerse es suprimir el aporte de agua y alimentos.
Es lo que se hizo en el caso de Terry Schiavo y lo que casi con certeza ocurrirá en el caso de la menor Haleigh que después de cuatro meses, comenzó a respirar espontáneamente, al día siguiente que la Corte Suprema de Massachussets ordenara retirarle la respiración asistida de acuerdo a un dictámen médico de “estado vegetativo irreversible”, como vemos la absoluta certeza es una simple utopía o expresión de soberbia médica.
Estando de por medio una vida, todo cálculo sobre la presunta evolución carece de relevancia.
Sorprende si en este caso como en el del año pasado, la confusion de conceptos que se instala, que no es accidental ni culposa sino francamente dolosa. Nadie puede alegar que ignora que si se le impide ingerir liquido y alimento la consecuencia obligada a mayor o menor plazo es la muerte, por lo que una ingenua sentencia que ordena “desenchufar o desconectar” a un paciente o retirarle líquidos y alimentos es simplemente un homicidio legal con los agravantes correspondientes por tratarse de un menor impedido por haber sido víctima de un intento de asesinato.
Si este es el primer mundo al que aspiramos llegar, más nos vale quedarnos con nuestra criticada justicia y escasez de recursos. No estaremos “tan bien” pero parece más seguro.

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