noviembre 28, 2005

Un país al garete


Se va cerrando un pésimo año; pasados los dos más desvergonzados episodios de muchas décadas; la campaña electoral y el consecuente avance de la pareja hegemónica sobre partidos, opositores, funcionarios y representantes electos, y el circo de las Américas.
Se podrán tener distintas opiniones sobre estos hechos pero no hay dudas posibles sobre las imágenes del dictador en Venezuela, donde como de costumbre se escapó antes de tiempo, o su reaparición denunciando a empresarios por la inflación que lo jaquea como consecuencia de la permanente improvisación e implementación de medidas que van a destruir todo lo que los empresarios y productores consiguieron de la mano de una extraordinariamente beneficiosa coyuntura del comercio internacional.
Basta ver la imagen de la pareja gobernante totalmente fuera de quicio y escuchar las contradicciones de sus funcionarios que no aciertan ni ha tener un mismo discurso, para tener la certeza que no hay nadie al timón o la nave ya no responde. Falta un mes y un verano muy caliente.
A la falta de un responsable y a la necesidad de un rumbo, se agrega en forma ya muy evidente el verdadero miedo, más que miedo terror; en ministros, secretarios y funcionarios de todos los niveles, de incurrir en el disgusto o la ira de la pareja gobernante. No solo nadie hace nada sino que teniendo los recursos legales para resolver los problemas que denuncian se quedan solo en la parada. En cualquier momento una descontrolada reacción histérica va a tirar todo por la borda.
Quizás estábamos en lo cierto que había que dejarlos cocinarse en su propia salsa, el problema no es el resultado del “cocido”, sino que parece no haber nada más en la despensa, ni siquiera cocinero suplente. Por las dudas habrá que hacer un par de agujeritos para ajustar el cinto. Lo que si va a ser cierto es que ya no se precisan militares, a éstos se los llevan los “cartoneros” o sus propios vándalos cuando ya no tengan ni monedas para darles.
No parece que sea una mera impresión personal, venteando los aires que circulan por este cono sur, en los últimos días parece que otros se han llamado a la prudencia; un loco en el caribe y un desaforado en la patagonia es demasiado. Un simple “calorcito” una buena granizada o la siempre vigente alternativa de una sequía que deje las represas sin agua, tres cosas muy comunes en esta época del año, bastan y sobran para poner a esta Argentina patas arriba.
Lo escribía hace mucho, no se pueden apostar todas las fichas al clima y a la coyuntura internacional, las dos variables más inestables del mundo. No se ha tomado, ni se ha pensado en una sola medida frente a estas casi rutinarias eventualidades.
Deje que los economistas que saben mucho de números y nada de la realidad en que están parados sigan hablando de crecimiento, de superávit, PBI y todas esas letras y números que manejan para demostrar cualquier cosa, la verdad hasta para un ciego está a la vista.Acuérdese si pasa, no solemos tener mucha memoria para lo que ocurre o prometen. El día que no haya ascensores, se pudra la comida en la heladera, no haya aire acondicionado y no se puedan aguantar a los críos sin luz y sin Tele ni colegio todo el día en la casa, ese día de golpe toda junta vuelve la memoria y no habrá ladridos que valgan contra la culpa de este o del otro.

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