octubre 13, 2005

Transplantes

En todas las naciones medianamente evolucionadas se practican en mayor o menor medida transplantes de órganos y todas tienen sus leyes que regulan los mismos, únicamente en Argentina hasta donde yo se, se ha montado un espectáculo mediático sobre el asunto. Espectáculo provocado por la acción u omisión de profesionales de la medicina, periodistas, medios de comunicación y autoridades sanitarias.
Largas y penosas entrevistas que se repiten días y días por todos los medios, pidiendo o mendigando más bien; un corazón, un pulmón, un hígado, como si fueran elementos que mucha gente tiene de sobra en su casa, casi pareciera que se busca hacer sentir que el que no dona y entrega una parte de su cuerpo, ya mismo, es un egoísta despreciable que se niega a salvar una vida. Existiendo un organismo encargado de coordinar las ablaciones y transplantes no se alcanza a entender la razón de someter a la población y a los necesitados de un órgano a esta inmoral exposición.
Las guardias médicas de hospitales y sanatorios así como los servicios de cuidados críticos, debieran ser las encargadas de esta tarea en razón que son quienes tienen en tiempo real la información del estado de los potenciales donantes, o han recibido los cadáveres de accidentados. Ellos que conocen cada situación debieran ser quienes requieren de los familiares la correspondiente autorización para la eventual ablación y donación de órganos.
Por muchas vueltas que le he dado, no puedo encontrar la dificultad de mantener la eficiencia de un extraordinario recurso terapéutico, fuera de los límites de la responsabilidad profesional y la privacidad familiar. Pareciera como si los profesionales tratantes le dijesen a la familia del paciente “tiene que conseguir un corazón urgente, vaya a la radio y a los medios” tal como se pediría un medicamento o un litro de sangre.
Las autoridades como siempre haciendo la simple, a través de una “ley de donante presunto”, por la que todos en una emergencia de vida quedan sometido al “diagnóstico” de un cualquiera con título que lo habilita para mutilarlo y declararlo muerto o darle el empujoncito final. Algún atisbo de responsabilidad tienen algunos senadores y el proyecto quedó varado.
En un país donde todos los días alguien se entera que esta muerto porque le suspenden el pago de una jubilación, se falsifican habitualmente certificados de defunción y de nacimientos, etc. El proyecto del donante presunto, es lisa y llanamente la legalización del asesinato médico y de allí al macabro tráfico o mercado negro de órganos, no hay más que un paso. Si se trafican recién nacidos y menores vivos, con todos los certificados de fallecimiento y de nacimiento en orden, no puede asombrar lo que digo.
¿Hasta cuándo habrá que seguir soportando este macabro espectáculo montado sobre el dolor?.
Esto tiene clarísimos responsables: las autoridades y la prensa, que llenan horas de transmisión gratis con un notero y una cámara. Y la imprudencia de los profesionales para manejar situaciones críticas. Lo más grave es que unos y otros pretenden respeto cuando no respetan a nadie.Bastantes problemas y angustias tiene la población cada día para verse sometida a esta incalificable presión, que se agrava cuando se trata de la familia de quienes imprevistamente han perdido un ser querido, o están a punto de perderlo.

No hay comentarios: