octubre 18, 2005

Sobre muros


Han existido de todas clases y modelos desde la Gran Muralla China a las alambradas de Melilla, pasando por el Muro de Adriano en Britannia, la Cortina de Hierro, el Muro de Berlín y el de Cisjordania.
En todas las casas tenemos uno propio que sería prudente no olvidar cuando se juzga u opina sobre muros ajenos. Hasta el mundo, de fábrica, trajo varios. Los Alpes, Pirineos, Urales, Andes etc. Algunos están, otros se cayeron, paradójicamente nacimos con dos piernas para desplazarnos y en mundo compartimentado para dificultarlo.
¡Cuanto más lógicos, prácticos y económicos son los otros mamíferos! Simplemente marcan el territorio, pero los humanos somos superiores, dialogamos, llegamos a un consenso y si falla: El muro.
La historia de estos vallados nos enseña que nunca dieron resultado; ni los naturales ni los fabricados, salvo los periodos en que tras de los muros hubo fusiles, ballestas o legiones.
Los Vikingos se llevaron por delante el de Adriano; Galos, Hunos y Germanos atravesaron de ida y vuelta los Alpes cuantas veces quisieron, y hasta Aníbal los cruzó cómodamente a lomo de elefantes. Vándalos, Godos y Alanos ni sofrenaron los caballos ante el Pirineo, el de Berlín y la Cortina de Hierro ya no están, el mismo destino seguirán el de Cisjordania y las alambradas de Melilla, La gran cuestión es ¿cual es la solución a estas migraciones?, que digámoslo sinceramente, a nadie le gustan por muy liberal fraterno e igualitario que se proclame.
El sentido común dice que si queremos encontrar la solución antes que nada debemos estar seguros que hay un problema y determinar cual es.
Todas las migraciones, que es otra cosa que la inmigración ordenada, se han producido desde siempre por las mismas causas. En busca de espacio, tierras fértiles , trabajo y vivir en paz. Casi las utopías de Platón o los delirios de Marx, Engels y Lenin, cuyas políticas tienen una gran cuota de responsabilidad en el origen de las actuales condiciones que generan las migraciones de África.
Me niego a cocinar chivos expiatorios o plegarme a las inmorales payasadas del “No a la Pobreza” vendiendo conciertos de ruido y marchas de fariseos, o a la demagogia barata de los que prometen terminar con la pobreza (ver "La Pobreza" e "Inviables").
Cuando las naciones comienzan a moverse en busca de mejores condiciones nada las detiene, ni los muros ni todas las legiones. Nunca hubo diferencia entre morir de hambre o a manos de un soldado. En el articulo citado antes (Inviables) lo expuse. No me hago la idea que puedan encontrarse soluciones a un “problema” que no lo es, porque en realidad lo interpreto como consecuencia de otros problemas que fueron y siguen siendo, viendo un mundo que proyecta invertir sus recursos en estaciones permanentes en la luna, o construyendo el puente más alto o el más largo del mundo. Emprendimientos faraónicos como las Pirámides, que fueron muros personales que tampoco detuvieron a los saqueadores, y los muertos que quisieron asegurarse un lugar tranquilo hasta que llegara el día de volver a la vida, hoy se amontonan en cajones, estantes y vitrinas de museos y universidades. Y como no se va a encontrar la solución, habrá Cumbres, comisiones y demás, para tirar la cuestión hacia adelante, una forma siempre diplomática de no asumir costos o responsabilidades ,que es la raíz del problema.
Para dar una somera idea de las dificultades, mencionemos otro muros y vallas porque los hay de todas formas y colores. Aduanas y barreras arancelarias, tipos de cambio artificiales, subsidios y retenciones, asumo que es una peligrosa línea de pensamiento que puede provocar un colapso en todos los progresistas y liberales.
¿Cómo se defiende la plena ocupación y la producción nacional de la competencia de otros que lo hacen a menor costo, si no es levantando muros de barreras arancelarias, tipos de cambio o subsidios? ¿Cómo se garantiza la libertad de mercado si lo abrimos a la libre competencia? En tres meses no hay ni país ni mercado.
Para aclarar la idea de mi posición, digo que más que muros construiría “puentes de plata” para que se vayan a sus tierras todos lo que vinieron pretendiendo cambiar la nuestra que es la que tenemos y que con aciertos y errores hicieron nuestros mayores.
Provenimos de una tierra que por las buenas o las malas contuvo a todos los que llegaron o pasaron; hablamos un idioma romance del latín que nos legó la universalidad de Roma y asimiló el árabe, el germano, el celta y el fenicio junto a todas sus dialectos, sin contar las múltiples lenguas de las Américas y otras tierras. Y en ésta Patria chica, la Argentina, desde su origen hubo una sola condición para entrar “la buena voluntad”.
No me molestan los que vengan, siempre que tengan claro que es mi casa y en ésta casa hay usos y costumbres; si hay respeto y buena voluntad adelante, siéntense a la mesa para compartir el pan y el vino o lo que haya.
Es un tema que no se agota y sobre el que volveré considerando que a la luz de los cambios climáticos, no sería alocado pensar que hasta podría invertirse la dirección de estas migraciones, de continuar el calentamiento y las sequías todos hacia el norte y si como hace ya tiempo prevén los científicos que estaríamos en el amanecer de otra glaciación, volverán al viejo continente los hombres del Norte. A pensarlo bien no sea que las alambradas impidan el paso de los europeos hacia el sur en busca del templado Ecuador subsahariano.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece muy buena la idea de los puentes de plata y por las dudas un muro para que no vuelvan

Anónimo dijo...

Muy buen artículo

Anónimo dijo...

PEPE: es cierto que hay otros muros que los de material pero no es menos cierto que entre esos muros está la propia naturaleza humana. O no forman también los hombres familias o tribus cerradas desde tiempos inmemoriales. O no lo es también el idioma o la religión o las costumbres.
Creo doctor que esta vez volcó en la curva, se ha metido lisa y llanamente en el paraíso.