septiembre 01, 2005

Que se dice

Son tiempos pródigos en manifestaciones de hombres públicos, los de hoy, los de ayer y los de siempre.
Se podría dividirlos en dos clases: Los que siguen con su línea que nunca es muy dura y por eso duran, y los que con un cinismo que asombra, día a día cambian el discurso. Los primeros todos en la oposición, los segundos todos en el oficialismo.
A esta altura, quizás sea útil enterarse “que es oficialismo y que es oposición”, ya que en esta militan opositores reales, otros fabricados a medida, e idiotas útiles al servicio del mandamás. Los que están en el gobierno, todos, con esa hegemonía que les es propia, carecen de iniciativa o discurso, recitan el libreto, hay una sola opinión.
¿Este es un régimen de izquierda, progresista, filosubersivo? Personalmente creo que quien lo piense se equivoca. Se apoya de palabra en esas tres patas porque son las únicas que tiene, y las tres sirven para demoler. Esto es cualquier cosa, ninguna buena. En lo económico no tiene diferencias, salvo la ineptitud, con todo lo anterior. En lo social y político es una vulgar reedición de todas las modalidades de peronismo: destructivo del orden social y la cultura del trabajo y demoledor de la organización política e institucional de la República, esta vez aliado de los viejos cadáveres radicales. Hoy les molesta la izquierda subversiva como al “infame” le molestaron sus invitados montoneros en la plaza. Todo es pose, los vasos comunicantes nunca se cortan.
¿Qué quieren?; consolidar el poder absoluto. ¿Qué les molesta?; todo lo que se oponga a ello.
Lo más grave es el: “para que” de esa ambición desmedida de poder, ellos mismos no saben para que. Ni para llenarse los bolsillos es necesario. Intuyo que hay otra explicación, “es un avaro congénito” esos que viven mirando y contando las monedas de oro que no les sirven para nada, no las usan ni las gastan. Si para acumular poder hay que ir a la derecha a la izquierda o al centro, es puramente circunstancial.
Son tantos los giros y cambios de frente que hasta los escribas a sueldo ya no saben que decir, se les quemó el chip.
Los economistas conformes, todos apuestan a que la coyuntura internacional podría ser la salvación a tanto desastre (que no se menciona). No hay peor combinación que meter a un técnico en economía a jugar de estadista. La economía no es ciencia ni arte, es una técnica menor dominada hasta no hace mucho por la más humilde, ignorante y hasta analfabeta ama de casa, sin ánimo ofensivo para la mujer, ya que del dominio de esa técnica ancestral depende la solidez del hogar sin que requiera conocimientos ni habilidades especiales y los economistas mediáticos, rompiendo record de audiencia entre los programas cómicos. Da gusto verlos y escuchar porque bajó un punto el Merval y subió ½ el Bovespa y el Down Jones ¿Quién les escribe el libreto? Anoche (30/8) uno hasta se permitió una sonrisita de satisfacción al comentar los estragos del huracán Katrina en EEUU (jajaja van a perder la cosecha).
El país sigue en piloto automático y los funcionarios en campaña. Una ladra y muestra los dientes, y el “machito” llora porque le ponen palos en las ruedas, lo quieren desestabilizar. ¿Alguien lo vio hablando mientras se hamaca? Si nunca tuvo estabilidad ¿de que se queja?
De todo lo que está a la vista, lo más serio paradójicamente son los venidos del espectáculo: artistas, vedettes, cantores etc. Al menos son los únicos que no actúan.
Todo el periodismo aplaudiendo la “resolución” con que se ha enfrentado a los piqueteros, ¿y los dos años pasados qué? Parece que era muy fácil. Habrá que revisar la factura que pasen después de las elecciones por portarse bien.
Las computadoras del INDEC echan humo demostrando como aumenta la venta en supermercados y comercios, lo que aumenta son los importes vendidos, único mecanismo que tienen para establecer comparaciones. Lo que aumenta son los precios, y como tienen a la gente por tonta, la dejan contenta informándole cuanto consumen sus vecinos.
“Los combustibles no van a aumentar”, hasta las elecciones por supuesto, los aumentan cuando llegue el verano y los infelices se quieran ir de vacaciones, o cuando comience la cosecha, total el campo siempre paga “para que sirve el país si nosotros no mandamos”. Esto va camino a ser el gran circo donde los que lloran no son los payasos sino el público. Se me ocurre una solución: una vez emitido el voto, el presidente de mesa le pone en la frente un sello indeleble por cuatro años con el voto que emitió. ¡¡¡qué silencio habría en el país!!!

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