mayo 12, 2005

Comiendo en un restaurant (reglas para pasarlo bien)

Acabo de terminar el artículo sobre la comida en el Kremlin y mis tripas hacen ruido, no me puedo sacar los restaurantes de la cabeza. Son lugares para disfrutar y pasarla bien, pero a poco que pienso, ésa es la excepción que sólo se da cuando uno es cliente habitual, conoce el lugar y las mañas.
A la hora de elegir hay una escala de ítems a considerar: primero ¿qué quiero comer?, resuelto éste punto la selección pasa por: que no sea un lugar “de moda” ni turístico, de estos hay que huir, no se puede comer entre gente grosera y que va a mostrarse, sin contar con que la calidad será pésima, a esa clientela no le importa y el precio es en oro sellado. Siempre es bueno saber ubicar un bodegón, ahí siempre se come bien, y en la ruta: un parador de camiones, en esos sitios nunca pierde.
Si no se siguen estas previsiones, en cuanto entra comienzan los problemas: 1º seleccionar la mesa, parece tonto, pero una vez sentado vea las dudas que genera esa decisión entre los parroquianos que entran y cuantos, una vez acomodados se levantan y cambian de sitio. Personalmente sigo esta regla: En el costado con una pared al lado o de espaldas a ella, me molesta que me caminen por ambos lados y de frente a la caja o la puerta por la que entran y salen los mozos, nunca en el medio del salón o al fondo o cerca de la puerta. En la elección del lugar, por lo que llevo visto el problema es de las señoras y en este punto debe establecerse una regla sagrada, la casa es territorio de ellas, en el restaurante manda el hombre y esto no admite concesiones. En cuanto se ingresa, de un golpe de vista debe tenerse claro toda la situación, y con un gesto de la cabeza o con el dedo se debe dar la indicación, - allá.- No intente dirigirse al sitio en silencio, le juego la cabeza que no llega, se lo cambian antes. Ellas con esa rapidez que las caracteriza para algunas cosas ya radiografiaron todo, saben quien esta y quien no, como se viste cada uno y de quien está acompañado, ése es su programa, el suyo es comer y pasar un buen momento.
Llegado a la mesa, por favor no lo olvide: primero ayúdela con el tapado, arrímele otra silla para que se desensille y ayúdela al sentarse, con tan poco ya esta 3 a 0, quedan impresionadísimas. Si deja que lo haga el mozo. perdió por goleada.
2º si tuvo suerte y lo atienden rápido, (más de una vez me levante y me fui a otra parte cansado de esperar), comienza el segundo problema ¿qué se va a pedir?. Si lo atendieron muy rápido la cuestión se agrava, nadie lo tiene decidido y el mozo se pone nervioso y presiona -¿Qué van a tomar?-, jamás cometa el error de pedir las bebidas, no volverá a recuperar al mozo. Lo más criterioso salvo que lo tenga muy claro y casi diría aún así, es mirar los platos de todos sus vecinos y lo que van sirviendo, en lo que está a la vista no hay trampa. Hasta en un menú en francés lo que está escrito es, en el mejor de los casos meramente indicativo. Salvo que pida lo mismo que un vecino, jamás se salga del sistema, únicamente lo que está escrito, no hay que hacer modificaciones ni agregados, el mozo y la cocina entran en cortocircuito.
No olvide que estamos en el S. XXI y se ha desarrollado una nueva moda gastronómica, la comida ya no se sirve en el plato, se apilan los componentes, no se pone salsa como antes, le ensucian el plato con una cucharita. Se terminó aquello de pasar el pan, que se supone no era de buen gusto, no se porque, era casi lo más rico limpiar el plato con el pancito. Otra regla es pedir todo junto, hay que tener siempre presente lo difícil que es querer recuperar al mozo porque falta hielo agua o pan. A fuerza de pasar por agresivo recuerdo la tentación de tirarle al mozo un pan por la cabeza a ver si se daba por aludido que lo estaba llamando, son especialistas en pasar a toda velocidad cargados de pedidos y mirando para otro lado. Estas reglas son para “gente común”, si en su mesa hay varios comensales, piden los mejores platos y los vinos más exclusivos, no hay más problemas. La posibilidad de una jugosa propina lo promociona de: “parroquiano circunstancial” a “cliente amigo de la casa”, hasta el idioma cambia. - ¿El señor se va a servir algo más? - ¿La señora apetece otra cosa?.No se debe mirar a los que ingresan, especialmente si entran solos y los conoce, se arriesga a que se le instale un plomo en la mesa y le arruine la noche. Con las bebidas, ni por equivocación entre en la “moderna” de mirar el color contra el mantel o peor levantar la copa, meter la nariz adentro agitar y volver a oler, he visto en una oportunidad alguien que por la intensidad del aroma o por casualidad estornudó bruscamente dentro de la copa e hizo un desparramo histórico. Al momento de pedir la cuenta, si su consumo fue “Standard” y nadie espera mesa, un consejo: recoja lo que tenga; llaves, cigarrillos etc y haga ademán de levantarse. Si está cerca de la puerta el efecto es instantáneo, antes de pararse el mozo está de guardia a su lado, de lo contrario el intento de encontrarlo le puede arruinar una buena comida. Todo esto he comprobado que funciona igual en la Capital, en las provincias y en el exterior sea América o Europa. Que disfrute su próxima salida.-

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimo !!!!

Anónimo dijo...

Ni qué hablar del minimalismo de los postres..

Anónimo dijo...

Ameno y "light" pero verdadero. Un toque de realidad cotidiana!
Los "sesudos" son demasiado para una vida de por sí complicada.

Anónimo dijo...

Qué bueeeeno!!!!